La Transformación de los 6 años

Observo a mi hijo de 6 años, que ya está cerca de cumplir los 7, y lo veo diferente: está más alto, tiene sus paletas crecidas, se encarga de llevar su mochila con sus objetos preferidos cada vez que salimos de casa, se inventa sus propias historias y juegos, se relaciona con su estilo particular con sus pares, primos y abuelos… hace preguntas acerca del mundo, del espacio, del pasado, está más independiente: elige su ropa, y se baña y cambia solo. A pesar de verlo día a día, pareciera que en un parpadear de ojos, de repente, mi hijo fuera otra personita. Me pregunté: ¿Qué está pasando? Te resumo en este artículo un poco de todo lo que averigüé.

Como comentaba en el artículo “Enfrentando Dragones – Parte 1”, en las culturas antiguas, se pensaba que las personas, así como todas las cosas de la naturaleza, seguían ciclos de 7 años. Bajo estas creencias, el momento del séptimo año es un momento de crisis, de cambios, de decisión.

Me parece importante como madres y padres, que conozcamos un poco sobre este significativo proceso de transformación que se da en los niños entre los 6 y 7 años aproximadamente, para poder acompañarlos adecuadamente en ese momento, estando presentes a los cambios físicos, intelectuales, emocionales y sociales, que son tan relevantes, que algunos lo comparan con la metamorfosis de la oruga a mariposa.

Cambios Físicos

Siguen creciendo en peso y en talla, el cuerpo se estira, se marca la cintura. Incluso pueden aparecer dolores de crecimiento. 

Aumenta el apetito, pero como son muy activos, pueden adelgazar.

Sigue o empieza el cambio de dentición.

Todos estos cambios pueden resultar incómodos al niño, y originar irritabilidad o mal humor. Conocer lo que les está pasando a nivel físico, nos permitirá acompañarlos amorosamente e incentivarlos a adquirir hábitos saludables con respecto al descanso, a la alimentación y al ejercicio regular.

Desarrollo intelectual

En esta etapa maduran las capacidades de atención y memoria, lo que les permite adquirir nuevos aprendizajes. Están bien ubicados en el tiempo. Sus habilidades lingüísticas, que permiten la comunicación, tanto receptivas (escuchar y leer), como expresivas (hablar y escribir) mejoran día a día.

Fomentar la lectura les permitirá aumentar su vocabulario y, sin olvidar el ejemplo que nosotros les estemos dando, podrán aprender mejores maneras de expresar sus percepciones, ideas y emociones. Además, aprovechando su natural curiosidad y a través de las experiencias, podemos primero facilitarles la observación y el descubrimiento de las cosas por sí mismos, para luego llevar al razonamiento y la reflexión, y no a la inversa. De esta forma, se logra fortalecer su motivación por el aprendizaje y priorizar su disfrute.

Aspectos emocional y social

En esta etapa, desean ser queridos y aceptados por sus amigos. Se vuelven más conscientes de los sentimientos de los demás y sensibles a estos. Generalmente se juntan con niños del mismo sexo. Empiezan a jugar a juegos con reglas específicas como el escondite o el fútbol, pero también necesitan tiempo a solas. Y cuando su inspiración se termina, se aburren.

Por otro lado, muestran más independencia de los padres y la familia. No aceptan la autoridad, quieren imponer su voluntad, suelen responder con un NO a todo lo que se propone. Desafían los límites para saber hasta dónde pueden llegar.

Es imprescindible que esto pase, porque necesitan probar todo para encontrar su camino. Nosotros debemos abordar estas conductas desde la comprensión, con paciencia, mostrándole cuáles son las mejores actitudes a largo plazo y no condicionando nuestro amor hacia ellos, dependiendo de sus comportamientos o decisiones.

Como conclusión, creo que la transformación de los seis años es un momento de maduración, de expansión, de gran belleza, y también una época de confusión, inestabilidad y sensibilidad.

Una etapa única en la vida de nuestras criaturas, que debemos entender y asistir siempre desde el respeto, la atención y el amor, pero también desde la libertad, que les permita ponerse a prueba, buscar nuevos retos.

Estar allí para apoyarlos cuando lo necesiten, incondicionalmente. Que les quede claro que no están solos, y que los acompañaremos en el descubrimiento de su ser interior, y en el desarrollo pleno de todo su potencial.